"La Asociación Marroquí me está ayudando con el piso y los papeles"

Mohamed, 18 años, Alcazarquivir (Marruecos)

Mohamed tiene unos ojos verdes inmensos y, aunque parece tímido, es un joven de 18 años y sonrisa fácil. Según cuenta, siendo muy pequeño ya soñaba con llegar a Europa, aunque una vez aquí está comprobando que las cosas no son tan idílicas como en sus pensamientos. "Yo veía España en la televisión y todo era bonito", dice. Aunque no se arrepiente de haber venido, sabe que tiene que trabajar mucho para ver cumplidas las expectativas que le hicieron marcharse de Marruecos a bordo de una lancha. Pero no está solo: "La Asociación Marroquí me está ayudando con el piso y los papeles".

 

Este joven, procedente de Alcazarquivir, al norte de Marruecos, es el mayor de tres hijos. "Tengo dos hermanas pequeñas y hablo mucho con ellas y con mis padres, todo el rato", cuenta. Él tenía claro que, aunque iba a extrañar a su familia, no quería quedarse en su país. "Allí no hay trabajo, no hay futuro, no hay nada", explica. Esto fue lo que le llevó a subir a una lancha que partió de Tánger en diciembre de 2017, cuando todavía tenía 17 años. "Todavía era menor así que sabía que podía tener oportunidades", cuenta.

 

Desde su llegada a España, la vida de Mohamed ha dado varios giros: estuvo en un centro de menores en Cortes de la Frontera hasta que cumplió los 18 años, momento en el que fue trasladado al albergue San Juan de Dios. Desde hace siete meses, permanece acogido en uno de los pisos del proyecto 'Cobijando Sueños', de la Asociación Marroquí. Por las tardes, además, acude al Instituto Gaona donde estudia la Educación Secundaria para Adultos. "Todo bien, la verdad, estoy tranquilo", resume.

 

Uno de los motivos por los que está tranquilo es, precisamente, porque su documentación está en trámites y, con suerte, en poco tiempo tendrá una tarjeta de residencia que le permitirá permanecer en España durante un tiempo de forma legal. Hasta que eso ocurra, Mohamed intenta dar los pasos correctos para evitar problemas y hacer vida normal. "El mejor momento de la semana son los lunes, cuando vamos a jugar al fútbol con los chicos y los trabajadores de la Asociación Marroquí", apunta.

 

Aunque Mohamed no tiene muy claro cómo será su futuro, dice que le gusta mucho experimentar en la cocina y que este podría ser su ámbito profesional, aunque está abierto a aprender para dedicarse a cualquier cosa. "Me sale todo muy rico: el tajín, cous cous, la bisara...", presume. Para este joven, lo importante es que su situación documental le autorice a trabajar. El resto ya lo pondrá él, con sus ganas y con su esfuerzo.

 

 



Contacto:

Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes

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