Ossama, 18 años, Tetuán (Marruecos)
Cuando Ossama cierra los ojos se imagina a sí mismo recorriendo los pasillos de la Facultad de Derecho, tomando apuntes, haciendo amigos y aprobando los exámenes. “Se me da bien estudiar y me encantaría aprender las leyes”, cuenta este joven, procedente de Tetuán. A sus 18 años, le gusta fantasear con la idea de ir a la universidad en un futuro no muy lejano. “Acabé bachillerato en Marruecos y siempre he sacado buenas notas”, presume.
Ossama es uno de los jóvenes ex tutelados que cuentan con el apoyo de la Asociación Marroquí para la Integración de Inmigrantes y, aunque sueña con seguir estudiando, hay otro asunto que le produce insomnio de verdad: su situación documental. En este momento, está intentando tramitar su tarjeta de residencia. “Los papeles son lo más importante para luchar por mi futuro”, señala el chico.
Este joven cruzó la frontera unos pocos meses antes de cumplir la mayoría de edad, consciente de que el tiempo jugaba en su contra. Según apunta, solo duró unos 50 días en el centro de acogida de Ceuta. “Corrí de allí y me quedé en la calle, donde intenté hacer riski”, confiesa Ossama. Así se refiere al amago de colarse en barcos para llegar oculto a la península, a Europa, donde depositó sus esperanzas.
Viendo que le quedaban dos meses para cumplir los 18 años, decidió que se lo jugaría todo, incluida su vida, a una carta: la del mar. Según explica Ossama, con ayuda de su familia consiguió reunir el dinero con el que pagaría su pasaje en una lancha que partió desde Ceuta, con destino incierto. No sintió miedo, asegura. “Estaba emocionado, lo que pensaba es que ya estaba en aguas españolas”, relata.
Así fue como llegó a La Línea el pasado mes de agosto y, tras identificarse como menor ante la Policía, fue desplazado a un centro de acogida. Desde entonces, ha procurado aprovechar al máximo el tiempo y centrarse en los estudios: realizó una formación de manipulador de alimentos, otra para intervenir como mediador cultural y ha continuado dando clases de español, porque apenas conocía el idioma.
A pesar de su situación documental, Ossama sabe que ha tenido suerte porque no se ha visto en la tesitura en la que se encuentran otros jóvenes tutelados al obtener la mayoría. “Cumplí los 18 en octubre, pero salí del centro tranquilo porque me habían dicho que tendría una plaza en un piso de Casabermeja”, cuenta. Ahora vive con otros cinco chicos en uno de los dos pisos de acogida de los que dispone la Asociación Marroquí.
Ossama no renuncia a la idea de estudiar Derecho, pero está dispuesto a aprender cualquier oficio para quedarse en España y ayudar a su familia. “Puedo trabajar de lo que sea; en Marruecos ya estuve unos meses de aprendiz en una peluquería”, rememora. Aunque para conseguir un empleo, tendrá que solucionar su situación documental, algo que confía que ocurra este 2020. “Los papeles son la llave que me puede abrir las puertas en el futuro”, subraya.